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Perros de azota, estrés para ti y tu perro

  • Redacción
  • 2 nov 2015
  • 3 Min. de lectura

En México situaciones como ésta son muy recurrentes: Quiero un perro Gran Danés porque me gusta la raza, no tengo tiempo para pasearlo, pero mi azotea es muy grande, ahí el perro puede vivir y correr como le dé la gana, además, abajo del tanque puede guarecerse de las lluvias y el sol.



Desgraciadamente, los perros de azotea son muy comunes en México. Aunque no existen cifras oficiales que puedan constatar el bienestar o la condición de estos animales, las asociaciones protectoras de animales rescatan cada mes cientos de perros que viven confinados en la azotea o en el patio, amarrados o aislados como producto de la falta de comprensión de la especie. La principal razón por la que un perro es abandonado o recolocado en otros hogares es por problemas de comportamiento que pudieron haber sido evitados mediante atención y sociabilización del perro.


Los perros de azotea son animalitos que una vez que han perdido el encanto de ser cachorros, y gracias a la falta de compromiso y responsabilidad de sus propietarios, son mudados a las azoteas bajo el argumento de que “serán más felices” porque ahí tendrán más espacio.


La realidad es que los perros de azotea viven en constante estrés. Primero, porque el perro es una especie social, que requiere de estar con otros individuos de su especie o de una especie amiga que forme parte de su grupo. Vivir aislado es una condición que genera incertidumbre, miedo y estrés en el perro, lo que generará otras conductas como destruir lo que esté a su alcance, jalar la ropa del tendedero, destruir sus recipientes de agua y alimento, ladrido o aullido persistente y sin razón aparente.

Normalmente, estos perros son animales con poca o nula sociabilización que al permanecer en la azotea viven sobre estimulados, pues todo el tiempo ven y le ladran a los perros y personas que pasan en la calle o que pueden ver en otras azoteas, gatos vagabundos, cuetes y otros estímulos que también les causan ansiedad y frustración.



Además, cuando un perro está “olvidado” en la azotea vive la frustración y ansiedad que le causa la falta de una rutina, estabilidad y entrenamiento. Normalmente, son perros que padecen hambre pues al no tenerlos presentes, los propietarios olvidan alimentarlos o darles agua. Las protectoras de animales a diario reciben reportes de animales abandonados literalmente a su suerte en las azoteas, muchos de estos animales mueren de inanición ante la indiferencia de la familia responsable o los vecinos.


Un perro que vive en estas condiciones es proclive a desarrollar también enfermedades en la piel ocasionadas por sobreexposición a la humedad o el sol, como hongos y la denominada alergia al sol, que en casos severos puede degenerar en cáncer. Las conductas obsesivas que el perro pueda desarrollar también impactarán su salud, pues el lamido excesivo en cualquier parte del cuerpo puede ocasionar desde hongos hasta la amputación de un miembro.


Normalmente, el ladrido o aullido constante y las conductas obsesivas (como rascar, tirar cosas, etcétera) generan que los propietarios se inconformen con el animal que ellos mismos decidieron abandonar en la azotea. Y normalmente cuando llega el hastío, la puerta se abre para abandonar al perro en la calle o “irlo a tirar” a algún lugar lejos de casa.


Los ladridos excesivos y la agresividad ocasionados por estrés también generan problemas entre vecinos, y normalmente el desenlace es el mismo: el animal es abandonado en las calles o en los centros de control canino, donde morirá por tu imprudencia.


Ante todo esto, antes de adoptar o comprar deberías preguntarte: ¿estás dispuesto a hacerte cargo de ese animalito durante los 12 o 16 años que vivirá? ¿Estás dispuesto a informarte sobre las necesidades de tu animal de compañía? ¿Vas a cubrir esas necesidades? ¿Eres consciente de que un animal de compañía implica responsabilidades y gastos con los que hay que cumplir? Si respondiste que sí a estas cuestiones, puede ser que estés listo para iniciarte en la gratificante aventura de tener un animal de compañía; de lo contrario evítate el estrés de pelear con los vecinos y lo más importante, evítale a un animal el estrés que le originará tu maltrato, derivado de tu ignorancia e inconsciencia.



 
 
 

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